PLACER FEMENINO Y MASCULINO.

Cuando escuchas la palabra «zonas erógenas», probablemente piensas en los lugares típicos que te vienen a la mente: el cuello, el pecho, tal vez los lóbulos de las orejas. Pero, ¿sabías que hay mucho más? “De hecho, el principal órgano erógeno es la piel”. La falta de conocimiento, ya sea por razones culturales o educativas, en cuestión de sexualidad es a menudo una de las causas de no llegar a experimentar el placer que queremos, y saber qué nos produce o no nos produce placer es algo que se va aprendiendo y descubriendo con el paso de los años, las diferentes parejas sexuales y las experiencias.

En muchos casos, esa falta de conocimiento suele ser producto de una educación sexual incompleta o incluso carente en nuestras vidas. No solo nos impide alcanzar nuestros objetivos, sino que también nos hace sentir avergonzados por ello, lo que puede traer consecuencias negativas en nuestra autoestima. Es importante que sepamos cómo manejar estas situaciones y cómo negarse a los estereotipos de género que se hacen eco en nuestra cultura y nos influencian negativamente.

Las zonas erógenas son aquellas partes del cuerpo cuyo estímulo da como resultado la excitación sexual. Existen diferencias individuales, de forma que distintas zonas del cuerpo pueden resultar erógenas en grado muy diferente. Es cierto que hay amantes más habilidosos y experimentados que otros, pero al final, la relación que existe entre dos personas siempre es única y diferente a las demás, por lo cual es importante tratar de ser sincero, de que haya confianza y complicidad para ir descubriendo cómo mejorar y aumentar el placer mutuo. También es imprescindible conocerse a uno mismo, vale la pena dedicar un poco de tiempo a descubrir cuáles son las zonas erógenas y cómo podemos aumentar el placer sexual, tanto en nuestro propio cuerpo como en el de nuestra pareja.

Además, todos nuestros sentidos están abiertos a experimentar placer, por ello los estímulos que recibimos a través de ellos (imágenes, olores, sabores, sonidos, tacto) pueden despertar el deseo sexual si los utilizamos con ese objetivo. Pero para que eso ocurra hay que estar dispuesto a disfrutar, conocer cuáles son nuestras preferencias en ese aspecto y compartirlas con nuestra pareja.

En general, suele asociarse a las zonas erógenas a aquellas partes de nuestro cuerpo  que presentan una mayor densidad de terminaciones nerviosas y, por ello, mayor sensibilidad. Se clasifican en primarias (genitales) y secundarias (otras localizadas en cualquier otra parte de nuestro cuerpo). Siempre se ha dicho que las mujeres poseen más zonas potencialmente erógenas que los hombres, y que para ellos se reducen básicamente a una o dos: el pene y los testículos. Pero no es así, o no del todo así. Los labios son una zona especialmente erógena, tanto para los hombres como para las mujeres, y hay otras partes de su cuerpo que podemos estimular para despertar su deseo, como la zona perianal y el cuello.  El perineo es una zona importante porque se encuentra el nervio pudendo, que también inerva el pene, el escroto y el ano, y transmite las sensaciones de placer que generan el orgasmo. El prepucio es la piel fina que recubre el glande, no se tiene muy en cuenta a la hora de mantener una relación sexual, pero estimularlo suavemente puede producir placer. Un dato curioso: acariciar y besar los pezones masculinos puede resultar especialmente excitante para algunos hombres.

En las mujeres, el clítoris es la principal zona erógena del cuerpo. Desde el punto de vista fisiológico su única función consiste en proporcionar placer sexual. Al igual que el pene masculino, es eréctil y tiene más terminaciones nerviosas que cualquier otra zona del cuerpo femenino. Su estimulación directa produce una gran excitación que puede desencadenar el orgasmo. Le siguen la vulva, los labios de la boca, el cuello, los pechos, la parte interna de los muslos, la nuca y el lóbulo de la oreja. El orden de más a menos o de menos a más depende de cada persona y sus preferencias.

En las mujeres, el vientre y el costado también pueden provocar excitación si se acarician o estimulan suavemente. Contrariamente a lo que se cree, los glúteos o las caderas no son una de las partes del cuerpo más erógenas para una mujer, pero las curvas corporales que generan en la figura femenina sí son un claro estímulo sexual para algunos hombres.

En general, las extremidades, como los brazos o las piernas, los pies y los tobillos no se consideran zonas erógenas, realizar un suave masaje en la planta del pie, ascendiendo por los tobillos y las piernas hasta llegar al interior de los muslos y recorrer esa parte del cuerpo con un dedo puede resultar estimulante. Otra zona erógena tanto para los hombres como las mujeres es la parte baja de la espalda, en la que se concentran muchas terminaciones nerviosas. Empezar por besar la nuca y descender hasta la parte lumbar puede provocar excitación sexual y aumentar el flujo de sangre hacia la pelvis.

Las sensaciones continuadas de calor y frío en algunas zonas erógenas también pueden generar excitación. Asimismo, acariciar el cuero cabelludo resulta muy placentero y relajante, ya que ayuda a liberar tensiones. Por ello, es recomendable hacerlo tanto al inicio como al final de una relación sexual.

Si estás buscando darle a tu pareja un placer serio, intenta explorar algunas de esas zonas en su cuerpo que a menudo se pasan por alto, pero son absolutamente vitales para el bienestar sexual.

Y seamos realistas: todos necesitamos sentir emoción y alegría en nuestras vidas. Por eso es tan importante tomar en cuenta tus zonas erógenas. Kineshub te brinda la posibilidad de dar cabida a la exploración, solo déjate llevar y disfruta. ¡Te sorprenderá lo mucho que te encantará!

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